El padre jesuita Jaime Garralda Baretto, fundador de la Fundación Padre Garralda – Horizontes Abiertos, ha fallecido a los 97 años de edad, tras una vida dedicada a las personas más desfavorecidas de la sociedad, trabajando por la integración social de los distintos sectores que se encuentran en situación de marginación, como son los toxicómanos, los presos, los hijos menores de mujeres encarceladas, los enfermos de VIH y los enfermos sin hogar.

Sobre su labor, el padre Jaime Garralda indicaba que “debemos estar al lado de los que nadie quiere, esos que no tienen nada y encima soportan el desprecio de la sociedad, porque son los que más ayuda necesitan y no podemos darles la espalda. Hay que concienciar a la sociedad de que hay que hacer más. Tenemos que ayudar a es as personas que han tenido menos suerte que nos otros , con cariño y con recursos , para que puedan acceder a una vida normal”.

El padre Garralda nació en 1921. Convencido defensor de los más des favorecidos, con 24 años decide entrar a formar parte de la Compañía de Jesús. En esta Orden, comienza a hacer realidad sus proyectos solidarios a favor de los marginados, una actividad que inicia siendo todavía estudiante de Teología en Granada. Jaime pone en marcha diferentes proyectos para ayudar a los ciudadanos más necesitados de las poblaciones de Albolote, Atarfe y Pinos Puente a tener una existencia más digna. Su estrecha relación con estas familias le hace valedor del título de “el padre de los gitanos”. Tras un terremoto que en 1956 destruye el pueblo de Albolote, se vuelca en quienes considera su familia e inicia una cruzada dirigida a que los afectados se recuperen y puedan rehacer sus hogares y sus vidas. La contribución le hace merecedor de la Medalla de Oro de la Orden de Cisneros.

Una vez terminados sus estudios universitarios, ya consagrado como sacerdote jesuita, el padre Jaime Garralda se hace cargo del Hogar del Empleado, en Madrid, desde el año 1957 hasta 1964. Se trataba de una plataforma de acogida que prestaba asistencia a personas sin recursos que, sobre todo, llegaban de las zonas del Sur de España. Garralda centra su labor principalmente en los niños y adolescentes a los que quiso dar acceso a un futuro y a un oficio con el que salir adelante. Su tenacidad hace posible la ampliación de la plataforma con la construcción de 7 residencias con capacidad para 600 adolescentes, así como otros tantos institutos y es cuelas donde los estudiantes cursaban titulaciones oficiales y practicaban todo tipo de actividades y deportes. Para hacer frente a las grandes necesidades sanitarias de la época, el padre promueve también la construcción de una residencia para enfermeros de tuberculosis. Esta labor fue una obra s social pionera en aquellos tiempos.

En 1959, Jaime Garralda impulsa la creación de Asociaciones de Viudas junto a un pequeño grupo de viudas, a quienes animó a no pedir, sino a dar, a no quejarse, sino a ayudar, y a dar a conocer el Evangelio. Se trata del origen de la Confederación de Federaciones de Asociaciones de Viudas (CONFAV), que se ha extendido por toda España, reuniendo a un colectivo de más de 17.000 mujeres, totalmente organizado des de la base por las viudas.

En 1964, el padre Jaime Garralda es destinado a Centroamérica, donde pone en marcha una red de ayuda a los colectivos más necesitados, cuya base de operaciones se situó en Panamá. El éxito de la iniciativa y la popularidad cosechada por el padre extienden su proyección social a toda América Latina. Por su labor, el Presidente de la República de Panamá le concedió la máxima condecoración nacional, la Orden de Amador Guerrero, en grado de Comendador.

El padre Jaime Garralda regresa a España en 1966, donde recupera los proyectos de ayuda que había emprendido. Entre los diferentes proyectos destaca la labor realizada en los barrios de chabolas donde volvió a centrarse en los más pequeños, para procurar la escolarización de los niños y la formación profesional de los jóvenes para que tuvieran unas mejores posibilidades en el futuro. Es en este momento cuando el padre toma una de las decisiones más importantes de su vida: se tras lada a vivir a un poblado chabolista en el barrio del Pozo del Tío Raimundo. En él invierte 16 años de su vida conviviendo con las familias y conociendo de primera mano los problemas y miserias que afrontan día a día. De este modo, es testigo directo de todo tipo de dificultades como el desempleo, las enfermedades, las drogas y el alcoholismo. Tras conocer de cerca las consecuencias de la adicción a la heroína, que afecta a la vida de miles de jóvenes y destroza numerosas familias, Garralda crea la Asociación de Vecinos desde la que consigue la concienciación de los políticos y ciudadanos. Durante es tos años, Jaime Garralda inicia su trabajo con presos a los que presta ayuda durante los permisos penitenciarios.

En 1978, Jaime Garralda crea la Fundación “Horizontes Abiertos” que es concebida para ayudar a los presos a rehacer sus vidas una vez que hayan cumplido sus condenas. Con el tiempo, las necesidades de los colectivos marginales de la sociedad llevan a Jaime a des arrollar nuevos proyectos que dan asistencia a otros colectivos sociales diferentes como los enfermos de VIH/ SIDA, que por aquel entonces no tienen tratamiento alguno y salen de la cárcel para morir en los hogares de la Fundación, así como a personas drogodependientes , personas “sin techo”, o inmigrantes sin papeles . “La drogodependencia es una enfermedad grave, que no se cura con medicinas, hace falta un tratamiento médico y psicológico profundo, pero sobre todo mucho cariño” solía afirmar Jaime Garralda.

El padre Jaime Garralda, junto con los voluntarios y profesionales de la Fundación, ha dedicado más de 40 años a ayudar a los más necesitados, haciendo posible algunos hitos históricos en España como la creación en las cárceles de módulos específicos para madres y niños menores de 3 años, para familias cuando padre y madre están cumpliendo condena, módulos penitenciarios para estudiantes universitarios y centros terapéuticos situados dentro de las cárceles, donde los internos superan su dependencia de las drogas durante su internamiento. Todos es tos proyectos han sido desarrollados siempre en es trecha colaboración con la Dirección General de Instituciones Penitenciarias.

La continua adaptación de la labor social del padre Jaime Garralda a las diferentes necesidades de la población marginal en las distintas épocas en las que ha estado trabajando por los demás ha hecho posible que, a día de hoy, la Fundación Padre Garralda – Horizontes Abiertos se mantenga como una de las Fundaciones nacionales más populares y con mayor capacidad de res puesta a los problemas sociales . A lo largo de más de 40 años, la red de voluntarios y profesionales creada por Jaime Garralda ha conseguido facilitar la integración social de miles de personas. Hoy en día, la Fundación no sólo mantiene vigentes los proyectos iniciados por su fundador, sino que ha creado otros nuevos que han ido dando respuesta a las necesidades de la sociedad actual.

María Matos, cofundadora junto a Jaime Garralda de la Fundación Padre Garralda – Horizontes Abiertos y Presidenta de Honor de la institución, ha señalado estar “destrozada, ya que se trata de una pérdida enorme, pero muy agradecida por haber conocido al padre Jaime Garralda. Lo importante es recordar su vida, que ha sido un verdadero ejemplo cristiano de amor al prójimo y dedicación incansable a los más desfavorecidos, contagiando a todos los que le rodeábamos su alegría, y mantener vivo su enorme legado, la Fundación que lleva su nombre, que ya ha atendido a más de 50.000 personas y sigue siendo muy necesaria en nuestra sociedad”.